Esta es una nueva edición de acopios cotidianos: pequeños fragmentos seleccionados de mi diario personal. Lo que anda dando vueltas por mi mente, como un bosquejo desprolijo de mi realidad. Pueden leer la edición anterior acá.
Estos días me encuentro escribiendo mucho desde la cama, no del todo dormida ni del todo despierta, un estado incompleto, el limbo gomoso en el que mejor rebotan las ideas. Salen mas suaves, más enteras, mas redondas. Diminutas perlas que acumulo en la mesa de luz.
Estos acopios se mueven con el vaivén del duelo: el recuerdo de lo que ya no esta mezclado con el descubrimiento de todo lo nuevo en mi. Un surtido de sueños, memorias y reflexiones de los últimos dos meses, el tiempo de lectura es de 15 minutos.
07 de noviembre, 2024 — Jueves
La vida sin redes sociales me tiene actualizando sin fin la página del correo, haciendo el seguimiento de un paquete que no llega nunca.
10 de noviembre, 2024 — Domingo
Un “¿como te sentís?” al final de un mail me alerta que hace rato no cuestiono mi estado. No sé como me siento. Tengo algunas sospechas.
Siento calma, especialmente cuando camino. Me muevo a un ritmo lento dictado por la perra, quien disfruta olfatear cada centímetro cuadrado del recorrido. Antes me impacientaba y la apuraba, ahora aprovecho para mirar los pájaros o acariciar las flores. Siento un tipo de esperanza nueva, una que viene del no saber, de la renuncia a la búsqueda de certezas.
Me gustan mis intercambios digitales actualmente. Un sms, una llamada de 20 minutos, una cadena de mails con un “tengo hambre de conexión humana” de asunto. La vida sin notificaciones.
“El acceso a mi energía es un privilegio”.
11 de noviembre, 2024 — Lunes
Once del once.
1:11 y no me puedo dormir. Leo a oscuras hasta que me agarre sueño.
2:22 y sigo sin dormir.
Me gusta agarrar mi celular, poner un cronometro y proceder a enterrarlo en las profundidades del sillón, bien escondido entre los almohadones. El experimento es ver cuanto tardo en volver a necesitarlo.
Creo que estoy enamorada de un libro. No de un personaje, ni de la autora. La obra en si. Es algo en el tono, en el ritmo de lo que pasa, en las leyes del universo creado. La continuación de las palabras que forman las oraciones que en conjunto llenan un párrafo, una al lado del otro, describiendo con tanta fluidez sensaciones que busco exteriorizar desde que nací. Si este libro fuera una persona estaría acá conmigo, apretada en esta cama de una plaza en la que actualmente duermo, me miraría a los ojos, me diría “todas esas cosas raras que haces a escondidas desde que sos chica, yo hago las mismas” y me daría un beso en la frente que me haría sentir profundamente entendida, por primera vez en la vida. Me abrazaría en silencio y justo antes de quedarme dormida me susurraría al oído “todas esas cosas que queres ser, para mi ya las sos”. Sospecho que me siento más conectada con esta lectura que lo que alguna vez puedo esperar conectar con otro ser humano.
12 de noviembre, 2024 — Martes
Hace un par de días me despierto sola a las 06:40. Miro la hora, frunzo el ceño y sigo durmiendo. Ahora, 07:07, me despierta un sonido raro y constante que no termino de entender pero que no encuentro la fuerza para ir a investigar. Me doy vuelta y sigo.
Dormida me tanteo el cuerpo en la oscuridad, viendo si la carne sigue ahí. Responde la suavidad de mi piel, el vaivén de mi respiración. De repente me pone contenta existir, ocupar espacio, ser un volumen. Aún me queda este cuerpo, este sagrado envase. Todavía me tengo a mi misma.
Me siento más madura, estable. Como si se hubiese agregado una columna vital a los cimientos de mi ser, como si algo de hubiese enderezado, rectificado. Camino erguida, la cabeza bien apuntada al cielo, como te enseñan en yoga. No lo pienso, no lo racionalizo, simplemente evoca de mi. Asumo el premio por atravesar los desafíos de la vida con gracia es poder llevártela de souvenir, como una corona que podes usar hasta para las cosas mas sencillas y cotidianas.
En el fondo de una casa de madera los limones se acumulan en el piso. Sin querer los piso mientras camino y se aplastan con perturbadora facilidad, el olor cítrico lo inunda todo. Mientras contemplo las ramas llenas de telarañas no puedo evitar pensar que esto es una metáfora a algo que todavía no descubrí. Aguardo la revelación mientras me hago un té pero se me enfría antes de encontrar lo que estaba buscando.
Toda mi vida cargue con la total certeza de ser rara. El peso de no ser convencional, no ser normal. No sé si alguna vez quise serlo. Mas que una mochila llena de ladrillos se siente como una piedra del tamaño de una palta, contundente, redonda, lisa, suave al tacto. Por momentos la trasladé por la vida a patadas. Un puntapié con fuerza la hacia volar y por un par de metros no me tenia que responsabilizar, hasta la próxima patada. A veces hasta dejaba que otras personas la pateen, como esos juegos que se dan en caminatas de larga distancia. Últimamente la llevo entre las dos manos, como si fuera un tesoro precioso que pocos pueden apreciar en su totalidad. Veo mis peculiaridades como algo valioso, algo que me distingue pero no de manera que me separa de los demás, no me siento única. En mi teoría todos somos un poco raros, solo que adquiere peso y volumen, toma valor cuando lo aceptas, cuando no intentas ocultarlo ni usarlo como un arma de defensa, ¿qué forma tiene tu rareza?
13 de noviembre, 2024 — Miércoles
Me despertó la perra ladrando. Estaba soñando que le mandaba memes sobre mosquitos a Toia. Tenia el meñique de la mano derecha dormido y tardó un buen rato en volver a la normalidad. Ahora no puedo dormir, miro la nada, acompañada por la acidez de una cena a medio digerir y ese pitido irregular en el oído que debería hacerme ver.
Me agarran desprevenida las ganas de volver a una casa que ya no existe. Como si esto fueran unas vacaciones y hay un hogar esperándome a la vuelta. Un lugar con mi olor. Casi siempre tiene que ver con algo que me olvidé. Pienso en el cajón en el que esta guardado, hasta viene a mi mente el sonido seco que hacia el mecanismo al abrirse. Después recuerdo que esos cajones están vacíos o probablemente a esta altura ya estén llenos con las cosas de alguien más, ¿qué se le va a hacer? Me sacudo como un perro y sigo con mi día.
Estoy poseída por un disco. Lo escucho en el sistema de sonido a todo lo que da, en los auriculares cuando salgo a caminar, en la computadora cuando escribo, en la televisión cuando cocino. Suena en mi mente cuando intento dormir o inconscientemente repaso las letras mientras espero que me atiendan en la verdulería. Me persigue. Me gustaría escuchar otras cosas, permitirme conocer otros artistas, descubrir nuevos discos pero me encuentro bajo un hechizo que no sé como interrumpir. Hipnotizada por el mismo álbum que estaba escuchando hace nueve años, el día que murió Bowie. Ponerme a repasar su obra me parecía demasiado obvio así que le di play a este y llore en silencio en una cama ajena, lamentando la perdida de una energía tan singular, como si fuera el último ejemplar de una especie en extinción. Hace años no lo escuchaba hasta que, hojeando un diario adolescente, me encontré con la letra de una de las canciones. “When can we talk, with the face, insted of using all this strange devices?”, esa linea resuena diferente en mi ahora. Tal vez esa es la manera de romper conjuro, escribir las letras a mano en un cuaderno para dejarlo olvidado hasta la próxima vez que lo encuentre, vaya uno a saber cuando, e iniciar el encantamiento una vez más.
14 de noviembre, 2024 — Jueves
Mi instructor de pilates pensó que tenia 18 años. No sé si me ego lo vaya a superar.
18 de noviembre, 2024 — Lunes (feriado)
Pongo música en el estéreo del living y uso el control remoto de micrófono mientras le hago un show a las perras que duermen en el sillón, ignorando mi locura. A esta hora, con la casa sola, cocino. Hago babaganush, ensaladas de todo tipo, algún que otro salteado, hasta hice un budín que accidentalmente quemé porque todavía no estoy familiarizada con este horno. No sé si es una ilusión sensorial pero acá la fruta parece ser mucho mas sabrosa. Las manzanas (locales, del valle) y las bananas (no tan locales, de ecuador) me encantan con pasta de maní y nueces. Las cerezas las devoro de a puñados y en posiciones extrañas, para no mancharme la ropa. Cada tanto me hago pan integral en la maquina de mi mamá, se siente sacrilegioso comer algo tan rico y casero sin tener que amasar. Toia me enganchó a las tostadas con miel y frutilla, algo totalmente nuevo porque nunca fui fan de la miel como untable pero podría comer esa combinación día y noche.
Me encanta merendar en el rio. Lleno la canasta con mate, una lona, un libro y en menos de diez minutos estoy en mi lugar favorito, abajo de un sauce llorón que hace un ruido precioso cuando hay viento. Hace poco vi un lobo marino peleando con unas gaviotas. También hay patitos y todo tipo de pájaros que a las siete de la tarde empiezan a sobrevolar la orilla a toda velocidad, en círculos, buscando comida. No soy la única que disfruta merendar en el rio.
Me apoyo la taza de té caliente en los brazos, los músculos doloridos se relajan mientras lloro viendo un documental sobre Joan Didion. El calor logra aflojar todo, hasta las emociones acumuladas, rígidas. Lloro por la belleza que evoca la lectura. Lloro por la carrera eterna a leerlo todo antes de morir, una llegada inexistente a un podio vacío. Lloro por el consuelo que encuentro en escribir todos los días. Ya no me cuestiono el propósito de tanto palabrerío porque es lo que me sostiene.
20 de noviembre, 2024 — Miércoles
La conciencia es una alucinación controlada.
Nada como atontar un corazón roto con videos de filosofía. De repente me siento chiquita, insignificante, una pelusa humana existiendo por un suspiro, flotando en la eternidad.
Esta es la silla donde me siento a pensar en vos. La idea era crear un rincón de lectura y es bastante efectivo en ese sentido, la luz que entra de la ventana es perfecta, la comodidad del sillón es innegable, tiene soporte lumbar y un tapizado muy suave. Acá paso horas, en silencio, leyendo. Cada tanto levanto la cabeza y sin ser llamado apareces. Mis conexiones neuronales se pusieron de acuerdo para asociar todo a vos, no le puedo escapar. A veces lloro, a veces te escribo, a veces solo sacudo la cabeza y sigo con lo mío.
25 de noviembre, 2024 — Lunes
La paciencia es una de las cualidades mejores remuneradas.
Tengo un crush en Claire de Six Feet Under, específicamente cuando cita a Carlos Castaneda.
26 de noviembre, 2024 — Martes
“The impulse to write things down is a peculiarly compulsive one, inexplicable to those who do not share it, useful only accidentally, only secondarily, in the way that any compulsion tries to justify itself”
Lo creativo es darle forma al potencial.
27 de noviembre, 2024 — Miércoles
Falté a pilates para quedarme viendo videos de Bob the Drag Queen y valió la pena cada segundo.
30 de noviembre, 2024 — Sábado
Me turno entre pintar, escribir y perder la cordura.
05 de diciembre, 2024 — Jueves
Los días pasan automáticos,
clac clac,
siento los mecanismos encajando entre si,
clac clac,
siguiendo mis rutinas inventadas,
clac clac,
con paciencia voy dilucidando,
clac clac,
lo resultados de la repetición,
clac clac,
me abrazo a mis nuevos hábitos,
clac clac,
me mantienen cuerda y fuerte,
clac clac,
es el sonido placentero,
clac clac,
de la intención,
clac clac.
A veces, cada tanto, me invade una profunda felicidad. Nunca es intencional o buscado. Estoy en la cama leyendo, desayunando al lado de la perra o caminando por la orilla del rio y de repente, pum, me saltan lagrimas de gratitud. Con la sonrisa demente y los cachetes mojados me dejo atravesar por esa calma densa y plena. Me apreto a esos momentos como si fuera el calor de otro cuerpo.
El presente se siente como una manzana enorme y brillosa, un placer crujiente al bocado. Tengo hambre y la devoro a mordidas desmedidas, explicitas. El jugo pegajoso me enchastra las manos, el dulzor se desvanece rápido pero me deja llena de esperanza, de certeza. Rojo el color del movimiento, de la contundencia.
06 de diciembre, 2024 — Viernes
Me seco las lagrimas con los pulgares y las uñas me quedan brillosas. Una me esta creciendo chueca, me la rompí abriendo pistachos. Encuentro consuelo en todas esas cosas que me hacen sentir nueva, esas partes a estrenar. Me enorgullece el tiempo que pasa entre la versión que conociste y lo que soy ahora. Me vas a tener que volver a conocer, tal vez no te gusto y encuentro eso radicalmente motivador porque ya no sé si te quiero caer bien. No es algo personal, estos días ya no me esfuerzo por caerle bien a nadie. La performance de agradar me parece una pantomima por la que perdí interés. Es como una coreografía que repetí automáticamente por décadas, hasta que un día perdí el impulso, paré y me la olvidé. Aunque intente recordarla es en vano porque simplemente ya no existe la necesidad, de repente el baile cambió, tanto de ritmo como de propósito. Ahora bailo solo para impresionar al universo.
Do you dance like you fuck or do you dance like you make love?
Antes sentía solo tristeza, dura y plana. Ahora estoy experimentando unas sensaciones mas extrañas, complicadas de describir, únicas en su especie. Todo lo vivo con una especie de éxtasis y euforia muy inesperada para una persona en estado de sobriedad. Repito todos los días las mismas actividades y sin embargo nada me aburre. Ando con los sentidos sensibles y el pecho abierto a la experiencia, me dejo sorprender por todo.
Traviesa y desquiciada. Armada de profunda honestidad, afilada confianza. Tengo muy claro quien soy, tanto que no necesito defenderlo. Una recompensa que solo se obtiene después de un batalla épica.
07 de diciembre, 2024 — Sábado
7 grados un 7 de diciembre
08 de diciembre, 2024 — Domingo
Seriamente considerando el celibato. Me voy a poner de novia conmigo misma.
11 de diciembre, 2024 — Miércoles
El silencio, la lectura, dormir temprano, la piel suave, el pelo largo, los olores ricos, prender velas, meditar, hacer yoga, caminar, contemplar la naturaleza, prestar atención, escuchar sin interrumpir, comer algo rico, cocinar algo rico, dormir la siesta con la perra, hablar con una amiga, escribir, andar descalza, usar ropa de algodón, el modo avión, terminar el día con un té, escuchar música, escribir cartas.
Pienso en la amistad y veo a Toia arriba de un auto, manejando a través de un atardecer con la música fuerte, el destino no importa porque todo con ella es una aventura, Thelma y Louise. Veo los mates de Tenchis, su manta azul estampada con sandias estirada en el césped, sus berenjenas al escabeche y sus rulos en mi regazo mientras nos reímos de la misma frase que venimos repitiendo hace horas. Veo las manos de Berni mezclando una ensalada, en diferentes cocinas, con el pelo de diferentes largos y colores, con diferentes historias para contar pero siempre las mismas manos, haciendo. Veo a todas las personas que amo en estos retratos, esas maneras de existir en las que mi inconsciente eligió registrarlos, el peso de su amor materializado en un recuerdo.
La amistad, la calma en el medio de todo, flexible y atemporal, se adapta a todo lo que va cambiando. Si lo romántico tiene expectativas que cumplir, una amistad existe hasta cuando no le pedís nada. Una sonrisa cómplice, una voz al otro lado del teléfono, un abrazo eterno, una comida que te llena el alma, una mano que te guía cuando no ves.
? de diciembre, 2024 — ?
Mi cerebro soñó un episodio entero de The Nanny, no sé si es uno que salió de verdad o lo inventé pero fue increíble.
19 de diciembre, 2024 — Jueves
Ya estuve acá antes, tratando de encontrar sentido en las palabras. Ya estuve acá antes, lo empecé, lo confundí, lo perdí, lo entendí, lo terminé y lo compartí. Mis ideas, mi dialogo, mi textura, mi sensibilidad. Ya estuve acá aunque nunca estuve acá.
20 de diciembre, 2024 — Viernes
En Wikipedia leyendo sobre el viento a las tres de la mañana.
Soñé que conocía a Mafalda, al principio la veía como un dibujito animado que caminaba por la calle y le sacaba fotos a mi perra, pero cuando me acercaba a abrazarla se volvía como de una goma suavecita. La apretaba y se me caían las lagrimas, el símbolo de mi inocencia entre los brazos.
Encuentro tanta comodidad en el aislamiento. Camino sola, me acompaño a mi misma en el camino. Soy capaz de amar profundamente y cada tanto me urge un abrazo pero sé que va a haber tiempo para eso, para compartirme, para el contacto. En este momento me concentro en saborear la soledad, la pausa. Un viaje al interior.
21 de diciembre, 2024 — Sábado
En el día mas largo del año me desato de todas las cosas que cargué hasta ahora. Pequeños lazos que voy desenredando, tirón a tirón. Agradezco por nunca haberme contentado con lo justo, me agradezco por haber perseguido lo que hay del otro lado del dolor porque es más sabroso que cualquier cosa que la comodidad me haya ofrecido.
Un bowl enorme de cerezas y un libro me esperan en la cama. Al lado de la ventana abierta la planta toma sol y se mece con el viento, como si estuviera bailando, estirando los brazos. El cristal colgado de un hilo rojo gira perezosamente y refleja pequeños arcoíris de en toda la habitación. Solo escucho el contante cantar de los pájaros, ocasionalmente una ráfaga moviendo la copa de los arboles, un perro ladrando a la nada. No puedo evitar controlar una risita aguda de felicidad, un sábado ideal.
24 de diciembre, 2024 — Martes
Lloro en la ducha recordando esa navidad en Mar del Plata, esa cena improvisada, el pañuelo a lunares usado de mantel, las velas iluminando los sanguches de pollo, las flores robadas decorando la mesa, esa felicidad tan nuestra compactada en un monoambiente alquilado por día. Me seco el pelo, me pongo crema, me perfumo, me visto elegante por primera vez en meses. La falda tableada roja, la blusa blanca con el cuello bordado, la chaqueta hecha por mi abuela, las botas negras. Salgo a caminar con la perra y en el rio no hay nadie, solo un pato marrón que se deja llevar por la corriente. Cada tanto se escucha la explosión de un fuego artificial solitario. El cielo de un rosa pastel se refleja en el agua que se mueve lenta, lánguida. El viento me levanta la falda pero no me importa porque estamos solas, caminado entre los árboles, absorbidas en el silencio. La busco con los ojos y ella me devuelve la mirada al instante. Me invade una profunda paz. Agradezco todo lo que perdí por darme este momento.
25 de diciembre, 2024 — Miércoles
Se me alojan las sensaciones en el pecho, toda sensibilizada.
Se me estancan los rencores, siempre atravesada.
Se me destrozan los pies, ando mal calzada.
Se me van los días actuando, me finjo atareada.
Se decide en el momento, auto proclamada.
Se me escapan poesías amateurs, carcajada (que tarada).
26 de diciembre, 2024 — Jueves
Víctima de nadie, mi propia heroína, me regocijo en mis rescates, me salvo de una vida mal vivida.
A la sombra de un sauce llorón, dos lonas en el pasto. Compartimos el silencio, cada uno con la atención en un libro, pasando un mate lento, un ida y vuelta tácito. Cada tanto alguno busca un lápiz, señala algo, cambia de posición. Yo le leo en voz alta una cita sobre la relación entre Borges y Silvina Ocampo, él me habla de Rosas. Compartimos rumores y una vuelta de mate más. Los perros mojados corren al rededor nuestro, los niños pasan gritando, los arboles rugen ante el viento, se resume el silencio.
28 de diciembre, 2024 — Sábado
Quiero llegar a vieja. Quiero ver donde el rio se une con el mar. Quiero meterme al agua antes de que termine el año. Quiero matar el mosquito que no me esta dejando dormir.
Una siesta en el aeropuerto de Comodoro me viene a la mente como un paréntesis. Un libro sobre dopamina en la mesa del avión, la gaseosa sin gas brillando en el vaso de plástico, garabatos en una servilleta. En la última fila de asientos, separados por el pasillo, las manos agarradas durante el despegue. Los loros chillando en la ventana, la perra roncando a mis pies, los recuerdos zumbándome en los oídos.
31 de diciembre, 2024 — Martes
La felicidad tiene la forma de mi perra, el vaivén de su respiración cuando duerme al lado mío, el calor de su cabeza apoyada en mi pierna, el movimiento de sus patas cuando sueña. La podría mirar por horas, hipnotizada de amor.
Si después de leer esto se quedan con ganas de más, ayer subí un video a Youtube, es un registro de hace un par de meses, en el medio de un proceso de cambio radical. Lo encontré olvidado en mi cámara y me pareció valioso.
Te mando un abrazo fuerte mi amigo digital y un feliz año nuevo. Te deseo un nuevo comienzo, lleno de esperanza y consuelo. Nos leemos pronto, gracias por estar ahí.
Me encanto!! Tus letters son una linda compañia. Muchas gracias. Feliz comienzo de año y nueva vida <3
Siempre te leo desde el mail y hoy vengo a abrazarte, soy esa amiga desconocida que orgullosa te palmea por lo que has crecido este año. No hablo literariamente, qué se yo de eso, este año creo que te vi el alma, y como la observación de mundo te ayuda a cargar (si se puede) una bateria invisible que se que tenemos pero no se dónde, y eso es todo win win. Después de desarmarnos hay que configurarse y armarse mejor, sentirte completa con lo propio no te lo saca nadie y no necesita camión de mudanzas! Chin chin y buen comienzo!