Esta es una nueva edición de acopios cotidianos: pequeños fragmentos seleccionados de mi diario personal. Lo que anda dando vueltas por mi mente, un bosquejo desprolijo de mi realidad. Pueden leer la edición anterior acá.
Los últimos meses de mi vida pasaron con una rapidez inesperada, demasiadas cosas llegando a su fin en un porción temporal muy acotada y sigo intentando ponerme al día con mi propia cabeza. Sentarme a repasar lo escrito para editar estos acopios me ayudó a encontrar respuestas a algunas preguntas. En retrospectiva agosto fue el comienzo del fin, puedo divisar en mis ganas de registrar mi cotidianidad que intuitivamente sentía esos eran los últimos días en esa normalidad. Se podía oler en el aire, el desenlace agridulce mezclado con los jazmines. Estos quedaron particularmente cortos así que el tiempo de lectura es (menos) de 10 minutos.
05 de agosto, 2024 — Lunes
Estoy muy irascible, increíblemente frustrada. Recién tuve una conversación muy idiota que me llenó de bronca y terminé pateando un zueco al ventanal. El hecho de que no se haya roto el vidrio me parece milagroso. Estoy muy enojada y no sé con quien.
06 de agosto, 2024 — Martes
Abulia, hace días vengo buscando esa palabra. Así me siento.
Salí a caminar y empezaron a circular las ideas. Para combatir estancamiento hay que moverse, el movimiento físico estimula el movimiento mental. Una cosa atrae la otra.
07 de agosto, 2024 — Miércoles
Hace días me despierto rara. Unas paginas matutinas, una ducha, unos mates y salgo a caminar con los perros. Dimos una vuelta larga pero no lo sentí suficiente así que les di de comer y me fui de vuelta, por mi cuenta. Sacando a pasear la tristeza, haciéndole kilometraje.
Cuando salgo sin un destino concreto me dejo guiar por colores. Esta vez salí y vi una planta en la entrada de mi edificio repleta de pequeñas pelotitas rojas. La intuición teñida carmesí, me metí un fruto en el bolsillo y mientras lo apretaba entre los dedos me dejé guiar por el jugo que me manchó las manos. Autos, toldos, carteles, personas me llevaron a mi plaza favorita por un camino que nunca había hecho antes. Me senté a escribir al sol, el primer día soleado en semanas. Cuando me agarró hambre emprendí la vuelta. Nuevamente guiada por el rojo terminé en la calle sin salida que en verdad si tiene salida pero solo a pie y a través de una plazoleta, la de los amigos. No puedo evitar pensar en eso como una analogía de la vida, la amistad como escape. A lo incierto con confianza.
Salida del sol,
salida de baño,
salida de casa,
salida y entrada.
08 de agosto, 2024 — Jueves
Soñé que Ernestina Pais me hacia un chiste tan gracioso que me despertó mi propia risa.
11 de agosto, 2024 — Domingo
Cuando empiezo a caminar no puedo parar, un pie adelante del otro hasta que me duelen las rodillas. Debería comprar mejores zapatillas.
12 de agosto, 2024 — Lunes
Me edité demasiado y perdí la esencia, que decepción.
Hago cosas todo el tiempo e igual siento que no avanzo, un hechizo temporal.
Me cuesta mantener planes así que ya no los hago. Me retraigo, me encierro en mi misma y lo peor es que la paso bien así. Salir no me motiva, hablar no me entusiasma. Estar sola en mi habitación, hundida en libros y silencio, con un vaso de soda y un lápiz para subrayar, no creo necesitar mucho más. Me arranco de casa, me obligo a hacer sociales y se siente antinatural. No tengo mucho para decir, nada de interés para compartir. Abro la boca y no salen palabras, una pésima compañía. Desidiosa y taciturna, me permito una temporada ermitaña. La abulia hecha cuerpo, esperando impaciente a mejores días.
Pongo la pava para la bolsa de agua caliente y en lo que tarda me preparo para dormir. La sucesión de acciones que componen mi rutina de todas las noches: me lavo los dientes, me pongo el piyama, me trenzo el pelo para que no se me enrede mientras duermo, lleno la bolsa con cuidado y me meto en la cama. Me entrego a las sabanas recién puestas y me sumerjo en la lectura que se difumina de a poco hasta que mis ojos no pueden mantenerse abiertos. A veces es un peligro: el otro día maratonee un libro de Alejandra Costamagna y después soñé con bebés muertos.
14 de agosto, 2024 — Miércoles
Todos los días me despierta la perra. La cama es baja entonces no le cuesta mucho quedar cara a hocico conmigo. Yo soy lenta para amanecer, me gusta remolonear, tardo en encontrar el ánimo necesario para empezar el día. Ella monta guardia, se sienta al borde de la cama y espera en silencio. El galgo duerme, ni se inmuta de su compañera la madrugadora. Pongo la pava, me lavo la cara, me estiro, me asomo al balcón a ver que nos depara el clima, me hago el mate y me acomodo en el sillón para desayunar leyendo el libro que tan enganchada me tiene. La perra se queda dormida sentada, por algún orgullo perruno que no comprendo se niega a acostarse del todo. A mi me toca el turno mañana, la primera salida del día y ellos esperan con paciencia mientras me muevo a mi ritmo. Me visto despacio, acompañada por la mirada silenciosa y atenta que vigila mi cada movimiento, el momento en que me calzo es cuando comienza la algarabía, el catalizador que les confirma que es hora de salir. El galgo salta y golpea todo con su cola, la felicidad es total. Un pretal, un collar, dos correas, bolsas y las llaves. Dos puertas, un ascensor y una reja. Afuera.
Hoy pude salir sin campera de abrigo. Me pelo como una mandarina para mantenerme sensible a los cambios, quiero sentir las modificaciones diarias que llevan a mi temporada favorita. Cada día es un poco más largo, más cálido, más agradable. Los arboles empiezan a tener bultitos verdes que pronto van a ser hojas nuevas. Una maravilla llamada magnolia liliflora florece sin sacar hojas, de meras ramas desnudas salen los brotes más hermosos que vi en mi vida.
Me armo caminos nuevos para visitar lo que va floreciendo por el barrio. En el jardín de una casa muy pituca las orquídeas me tiran besitos con sus bocas pintadas, sus mejillas pecosas sonrojadas por el atrevimiento. La primavera es un consuelo que dan los dioses.
“¿Que hacen acá?” grita una señora a los conductores que tapan toda la senda peatonal pero me agarra desprevenida y me lo tomo personal. “Yendo a comprar algo rico para merendar porque me siento triste” le contesto en mi mente. En esa intersección que parece un asterisco los autos se apuran a cruzar antes de que cambie el semáforo y a medio camino queda un camión ruidoso, “FAMA” gigante escrito en el toldo cubre el acoplado, ¿cuál será el camino de la fama?
Del otro lado veo una pareja de señores compartiendo la carga de una bolsa muy pesada, una manija cada uno, avanzan a las risas y correteando por la avenida enorme que esta a punto de dar verde. Llegan justos mientras los autos empiezan a avanzar sin compasión. Una dama antigua fucsia y muy chiquita espera en una esquina, el viento le vuela la peineta, una abuela se la sostiene.
17 de agosto, 2024 — Sábado
Caminé 10km en dos horas.
18 de agosto, 2024 — Domingo
No entiendo a donde estoy yendo pero no siento ni arrepentimientos ni culpas, solo me invade una genuina curiosidad, ¿hacia donde se extiende mi camino?
Siento que estoy dejando morir partes de mi que ya no me significan pero me niego a dejar que el duelo cegué a las cosas que están naciendo en mi, aun todavía muy prematuras para divisarlas.
“Hay vida después de la muerte del ego”
En búsqueda de profundidad, de intercambio, de lo realmente valioso. A veces creo que vine al lugar incorrecto a buscarlo. Las ciudades son cúmulos de energías, demasiadas frecuencias que nunca llegan a armonizar. Roces en la calle nos dan la ilusión de ser compañeros en una existencia mas que misteriosa pero el abismo entre realidades es inmenso y nadie conecta. Personas delicadamente guardadas en metros cuadrados. Invertimos nuestra atención en una fantasía digital promovida por corporaciones que se alimentan de nuestra concentración, una burbuja amorfa sin sabor ni valor nutricional nos dice que pensar, que consumir. No lo cuestionamos, lo damos como valido y lo repetimos. Momentos inciertos en una era de información incierta. Lo valioso es lo humano y temo pronto encontremos la forma de arruinarlo con inteligencia artificial.
20 de agosto, 2024 — Martes
Dedico mi vida a la búsqueda de lo profundo y lo significativo.
Actualmente estoy en un receso digital, desinstalé todas las redes sociales hasta WhatsApp, una fantasía hecha realidad. Lo estoy disfrutando mucho y no tengo planes concretos de volver así que por ahora este es el único espacio que planeo actualizar (semi) regularmente. Probablemente suba los acopios de septiembre y octubre en los próximos domingos. Nos leemos pronto.
llevaba mucho esperando este mail, que linda sorpresa <3
gracias jose... saber de vos siempre es un alivio que llega en el momento perfecto