Esta es una nueva edición de acopios cotidianos: pequeños fragmentos seleccionados de mi diario personal. Lo que anda dando vueltas por mi mente, como un bosquejo desprolijo de mi realidad. Pueden leer la edición anterior acá.
La primavera llegó con la misma diligencia con la que mi vida se empezó a desmoronar. Ahora, un par de meses después, entiendo que mi vida tenia que desmoronarse pero como juntando los pedazos de un plato roto, puedo sentir en estos acopios el impacto absurdo del dolor. Lo atontada que me dejó la caída. El silencio ensordecedor al final de la fiesta. El tiempo de lectura es (menos de) 10 minutos.
03 de septiembre, 2024 — Martes
Me cuesta mucho concentrarme, organizarme. El sol me distrae, me quiere afuera.
05 de septiembre, 2024 — Jueves
16hs — Siento que usé bien mi tiempo, me siento contenta.
“Amo la primavera, me siento como una flor yo también”
11 de septiembre, 2024 — Miércoles
Todas las mañanas me asombro cuando veo los dos arboles enormes que asoman por el balcón. Lo que hace unas semanas empezó como pequeños bultitos verdes en ramas peladas rápidamente se transforman en hojas. Crecen de a centímetros por día, con una constancia milenaria vuelven a poblar de verde la vista. Pronto van a traer el consuelo de la sombra ante el sol de verano. Eventualmente van a tornarse amarillas y caer. Siguen su ciclo sin cuestionar, sin distracción: desnudan todos los otoños, esperan todos los inviernos, brotan todos las primaveras, refrescan todos los veranos. Gigantes, de más de cien años, los dos erguidos más altos que el edificio desde donde los contemplo, me generan un respeto casi abstracto: testigos de tiempos que mi cabeza no puede imaginar, cargando una sabiduría que mi espíritu ansia por acceder.
Se me fue el día leyendo. Me di cuenta cuando levanté la vista y encontré un cielo fucsia que me dejó sin aire. Ante el fondo multicolor del atardecer los brotes parecen puntos suspensivos desordenados entre las líneas irregulares que forman las ramas del árbol. Una obra de arte que cambia todos los días.
Hoy desactivé mi cuenta de Twitter y me pareció significativo. Siento que estoy superando algo, no sé qué pero algo.
13 de septiembre, 2024 — Viernes
No sé a donde se me van los días. El único progreso que noto es el de los árboles y el de mis libros. Mitad de septiembre y yo sigo pensando que recién empieza. Me siento estática. Se me acumulan los pendientes, no sé como acomodarme, no sé por donde empezar.
19 de septiembre, 2024 — Jueves
Esta por largarse a llover. No estuve escribiendo, no estuve reflexionando. Estuve actuando, accionando, moviendo, negociando, probando, charlando, compartiendo.
17:44 — Llovió, tronó, se oscureció y volvió a salir el sol justo a tiempo para el atardecer. Un vecino escucha música fuerte, un rock que no conozco pero suena bien a través de las paredes.
22 de septiembre, 2024 — Domingo
Creo que si me apuñalaban me dolía menos.
Se me parte el corazón, el ego, todo a la vez.
Dentro del caos emocional puedo distinguir algo de alivio. Lo puedo identificar. Si todas las demás emociones, la angustia, la bronca, la confusión, fueran criaturas que gritan violentamente por atención, el alivio esta tranquilo, sentado en silencio, esperando con paciencia su momento. Lo guardo para después.
Me tiraron la torre. Me la patearon entera, con violencia. Vuela todo por los aires pero todavia no escucho el sonido del impacto. Me envuelve el shock y solo cuando termino de entender que mi vida entera esta rota en el piso lloro hasta que me quedo sin aire.
Un ibuprofeno que alivie los dolores de ego.
23 de septiembre, 2024 — Lunes
No entiendo la sucesión de días en mi vida. Las flores del festejo del sábado siguen vivas, yo no tuve tanta suerte.
De angustia a gratitud, de enojo a desolación, me tambaleo entre todo, reboto como si las paredes estuvieran hechas de goma. Todo me invade, todo me toca, todo me sensibiliza. Todo me rompe el corazón una y otra vez.
Un pozo sin fin tan profundo y pantanoso, ahogada, el cuerpo hecho un nudo. La cara contorsionada, el cuello tieso, los ojos hinchados, el pecho abierto en dos. Ya no sé si es el corazón o el ego lo que se quiebra. ¿Qué hay abajo de este dolor? ¿A donde me señala?
Me cuestiono hasta atormentarme. Si ya no soy esto, si esta ya no es mi realidad, ¿Qué soy? ¿Dónde esta mi vida ahora? ¿Dónde quiero vivir? ¿Qué quiero hacer? ¿Dónde pongo mi ancla? Demasiadas preguntas y yo sigo en la neblina, que por momentos es tan espesa que me hace sentir irreal, un cuerpo flotando en la nada.
Todo el mundo me repite desde el primero momento “el tiempo cura todo”. Sé que es real, el tiempo me ha curado miles de padecimientos. Confío en el tiempo.
Despojarme de toda esta vida, dejarlo ir todo pero con intención, con respeto al camino andado, con amor al compañero que lo caminó conmigo. Tomarme el verano para entender que quiero. Darme la oportunidad de comprometerme a mi misma, a mis rutinas. Cuestionar mi relación con el mundo.
En mi caminata vi tres mariposas. Las campanas de la iglesia empezaron a sonar justo cuando doblé en esa cuadra, nunca las había escuchado antes. Las flores de mi casa favorita, las que vengo observando religiosamente hace semanas, finalmente se abrieron. Son hermosas y sé que son caprichosamente fugases, van a durar un par de días antes de achicharrarse.
Me duelen los ojos, los tengo irritados. Les pongo crema y veo borroso por el resto del día. Me siento borrosa.
“El universo no te va a dejar acomodarte donde no perteneces”
24 de septiembre, 2024 — Martes
¿Quién soy sin mi carrera?
¿Quién soy detrás de la novia, la hija, la amiga?
¿Qué queda cuando me aflojo y suelto todo?
Atravesar el duelo con gracia. No resistirme al cambio, ni al dolor. Es parte. Me esta enseñando muchas cosas. Lo que duele es lo egoico. El ego esta apegado a todo esto, a los muebles, la casa, el novio, la ropa, la ciudad, el status. Por eso llora, por eso sufre. El espíritu quiere salir, moverse entre las plantas, caminar entre las piedras, reposar al sol. El espíritu quiere aprender, expandirse. No creo lograr eso en Buenos Aires.
Quiero despejarme, quiero despojarme. Minimizar la vida. Lo mínimo indispensable. La perra, un par de libros, música, un diario, mate, intercambios significativos.
Hacer y deshacer. Hacer y deshacer. Siempre dije que quería tener una vida llena de vidas, cambiando todo el tiempo, probándolo todo. Mordiendo cada uno de los higos. Lo que nadie te dice es que también tenes que duelar cada una de esas vidas. ¿Será este momento de volver a leer The Bell Jar?
Hoy vi un gallo en el medio de Belgrano R.
25 de septiembre, 2024 — Miércoles
El dolor exige ser sentido.
Estoy intentando mantenerme tierna.
26 de septiembre, 2024 — Jueves
Se duela una relación desde el primer momento. Uno se miente y asume que si construye en buenos cimientos la torre dura para siempre. Pero siempre se cae, esa es la verdad universal. Todo lo que sube tiene que bajar. Te podes resistir, tapar los oídos, cerrar los ojos con fuerza, distraerte pero no se le puede escapar al universo y sus corrientes.
Un día estas en la cocina, cortando un zapallo, apreciando el sol que entra por la ventana y de repente, todo sale disparado.
Flotamos en el aire, asumiendo que no existe sufrimiento peor. Caemos y el impacto nos deja atontados, solo sentimos la perdida. No vemos la luz todavía, esta atrás nuestro, esperando que abramos los ojos. La neblina de lagrimas se levanta de a poco, nos miramos y reconocemos el cariño en nuestras caras, el calor en nuestros cuerpos, los restos del amor que todavía sobreviven. Nos llenamos los bolsillos con lo que sentimos valioso y dejamos que lo demás se hunda en la tierra. Será vida para otras plantas, será alimento para las semillas que en algún momento encontraremos el coraje de plantar, será color para las flores de la próxima primavera.
27 de septiembre, 2024 — Viernes
Una chica en el ascensor me preguntó si era nueva en el edificio. “No, estoy cuidando la casa de un amigo” pero por dentro pienso que en verdad es la casa de mi amigo la que me esta cuidando a mi. Giro la llave y entro, con un suspiro acepto el silencio que me recibe. Dejo mis cosas, me descalzo, me hundo en el sillón y miro el cielo, los autos dando vueltas, la gente cruzando la plaza. Me abrazo a la calma y cierro los ojos.
Ya no lloro. Lo acepto.
28 de septiembre, 2024 — Sábado
Si me sigo evitando, me voy a perder.
30 de septiembre, 2024 — Lunes
40 minutos caminando con los perros, hace calor hoy. El barrio me da lo mismo, la casa me empieza a molestar. Solo quiero estirar y volar.
Te mando un abrazo mi amigo digital y te agradezco por tu atención, por recibir mis escritos con tanto amor. Te doy la mano en estos tiempos terribles. Espero nos leamos pronto.
Tus palabras me abrazan jose
Es un placer leerte ¡ojalá publiques algunos de tus diarios! Me lo compraría 🥹
no nos conocemos pero te quiero como una amiga. gracias por dejarme leer lo que escribes, me gusta saber de ti <3