A veces yo soy la vecina que llora
Todo lo que me rompe el corazón también despeja mi visión
Esta es una nueva edición de acopios cotidianos: pequeños fragmentos seleccionados de mi diario personal. Lo que anda dando vueltas por mi mente, como un bosquejo desprolijo de mi realidad. Pueden leer la edición anterior acá.
Un marzo sinuoso, por momentos saturado de felicidad, por momentos demente y turbulento, me vi forzada a partirme en dos para abrirme a las lecciones, tan valiosas como dolorosas. Me la pasé escribiendo, inspirada por la pena, la incertidumbre, la búsqueda y en ese proceso a fuego lento la palabra me ayudó a desatarme de lo que ya no existe. Todo se redujo a este puñado sabroso y potente de acopios, a lo mejor una de mis ediciones favoritas hasta la fecha.
Hice una playlist que pueden escuchar acá, en estos tiempos tan raros las caminatas se volvieron cruciales para mi proceso como también lo fueron estas canciones compañeras. El tiempo de lectura es de 15 minutos.
01 de marzo, 2025 — Sábado
El lunes del año empieza un sábado. Un fin de semana desfasado y yo sigo arrastrando el tiempo como ebria de libertad. No sé a donde voy a parar.
“Nadie me ha enseñado a querer pero yo ya quiero”, las palabras me golpean el pecho con el impacto de un cañón y solo quiero abrazar a quien escribe pero a falta de contacto, abrazo el libro.
Confundo el ruido del motor de un aire acondicionado con esos videos de vibraciones para manifestar, dos horas de cuencos tibetanos para alinear los chakras. La brisa gentil entra por la persiana baja, me sopla la espalda. El goteo de la ropa limpia suena como un arpa desafinada.
En algún momento fuimos una, huevos adentro de huevos, óvulos adentro de óvulos, la creación naciendo de si misma, un infinito de partos, una larga linea de mujeres y acá estoy yo, pensando en todas ustedes.
02 de marzo, 2025 — Domingo
Mi mensaje sale a las 2:22
03 de marzo, 2025 — Lunes
Un fuerte de almohadas. Prendo mi sahumerio favorito adentro del ropero para oler siempre así. Quiero que me recuerden con olor palo santo y naranja, piel suave y ojos dulces, risa contagiosa y alguna que otra reflexión profunda.
A veces me inunda el amor, me rebalsa del cuerpo. La emoción, la calidez en el pecho, el optimismo mismo me resuena por el cuerpo como el retumbe de un trueno. Se me escapa por los brazos, me nacen mariposas de las manos.
No necesito mucho para lograr esta felicidad. No necesito a nadie pero igual los elijo. Hago planes, voy al cine, salgo a cenar, paseo por lugares que se sienten nuevos, la esperanza encendida en el pecho como faroles en esta plaza. Miro la catedral y pienso en dios, en todo lo grande y todo lo pequeño. Camino en la lluvia, me dejo mojar. Oh god, miss you in my lips. Me siento en el verde fluorescente y en las gotas colgando, a punto de caer.
Salgo a caminar sola para afinarme, me mantengo sensible con el contacto. Toco todo lo que me mueve, todo lo que me da curiosidad, todo lo que me divierte. Me lo llevo conmigo, me nutre el núcleo. Sexualizando flores mojadas, abiertas, sinceras, saturadas de color, les saco fotos y se las mando a una amiga. Encuentro una pelota de basquet vieja que parece un zapallo a punto de reventar.
En esta nueva vida tengo sueños de aprender a hacer música, algún ambient raro. Deseos ordinarios de escribir poemas, cuidar niños, dejar las redes sociales, tener muchas plantas, adoptar un chihuahua, mantenerme sobria.
Si pase los veinte buscándome internet, pienso pasar los treinta encontrándome en la vida real.
Me escapo para adentro y como este departamento a penas amoblado, mi interior rechina de esperanza. Pisos de madera, techos altos, vacíos llenos de potencial.
¿Qué es existir sin documentarlo? ¿Qué es documentar sin publicarlo? ¿Qué es vivir sin querer mostrarlo? La privacidad como un decreto, un acuerdo de existencia, vivo para mi. El valor de mis actos, la entonación. El gesto de amor sin testigo.
Tuve todo lo que siempre quise. Para bien, para mal. Ahora tengo lo que necesito.
04 de marzo, 2025 — Martes
Me quedo despierta. Siento el pulso del umbral, algo a punto de suceder. Estudio el cielo desde mi cama, “¿qué es una ventana sino el aire enmarcado por escuadras?”. Lo blanco se vuelve celeste. Toco mi sombra oscura y responde más rápido que yo. No duermo y me preparo. Una nube negra y finita, como lápiz mal borrado, se aleja letárgica. Lo celeste se vuelve naranja. Soy como un amanecer, reservado para quienes madrugan o trasnochan. Veo el mosquito que quiere entrar, chocando el vidrio. Los pájaros vuelan rápido, cabeza adelante, ergonómicos, apurados. El sol pinta naranja el perfil de unos nubarrones dramáticos, una obra de arte magnifica que eventualmente se disuelve a un enchastre plano y gris. Cuarto día de lluvia consecutivo. 7:01AM.
Quiero verter todo mi amor en la búsqueda, en el descubrimiento creativo. Cualquier persecución amorosa se siente tonta, infantil, ya no busco el final feliz. Pongo todo mi querer en este manojo de palabras.
Planeo llenar esta casa con energía femenina, imperturbable, perfumada, suave, tranquilizadora. Un refugio, un hogar.
Cada tanto me salta la ficha y me encuentro sentada de frente con sensaciones que pensé superadas, me hacen berrinches, me quieren ofuscada pero las miro a los ojos y les pregunto: ¿cuál herida es la que necesita atención? Lesiones fantasmas, cicatrices rosadas que pican durante la tormenta, las mimo.
El peso de mi deseo, el volumen de mis miedos, el olor de mis rencores, la medida de mi asombro, la vibración de mi orgullo. Lo analizo todo, dejo registro, una investigación incapaz de exactitud, el estudio de mi propia subjetividad.
Nos encontramos de vuelta para acompañarnos diferente.
Lloro pensando en la crueldad del tiempo, como se va llevando todo. Capaz la crueldad esta en esperar que todo se mantenga igual, para siempre.
Marinándome en mi propia esencia.
06 de marzo, 2025 — Jueves
Me niego a limitarme, yo misma dibujo las líneas y yo las traspaso, lleno lo que quiero de color.
Existo en la sombra, aplastada en un sueño deprimente. La persiana baja, el agua mala, nada nunca se seca realmente. Tengo miedo por todo, me persigo a mi misma.
11 de marzo, 2025 — Martes
Faca a los que dudan de mis dones.
14 de marzo, 2025 — Viernes
Algo cambió, algo se abre. El cuerpo no duerme porque la energía tintinea de acá para allá, marea de luna llena. Me divorcio de la realidad unos días, me dedico a dormir y a esperar el quiebre, la libertad, la expansión. Tengo hambre y me olvidé lo que quería escribir.
Duermo mucho y me escapo. No duermo y me doy vueltas a mi misma, la mente enredada, el ego hecho un nudo pero el alma descansa, ella respira certeza como quien aspira somníferos. Mientras espero que quiebre pienso en los 140 días que me separan de algo, no sé precisamente de que porque… ¿qué es el tiempo a esta altura?
Me pica el cuerpo, los dedos resbalan por la piel, los pies inquietos golpean el colchón. Las hormigas que me recorren se lo llevan todo, se cargan de lo que ya no quiero, lo mueven a cuestas, a cuevas subterráneas que nunca voy a ver, alimento para un invierno que no es mío. Un bloque de nube densa cubre todo el cielo, no veo la llegada del día, no preciso el momento donde se parte en dos pero amanezco una nueva, afinada a otra vida, untada de otra savia. Que color, que sabor. Una vida de caricias y malabares, provincias y mitades, escondites y altares.
Explosiones extrañas inquietan a la perra, el ritmo disparejo solo logra acentuar el silencio de la mañana, como la nada entre pensamientos. Su hocico en mi pierna, nos enrollamos entre nosotras y nos entregamos al sueño caprichoso en intervalos cortitos como suspiros. Sus ojos negros se abren cada vez que escucha un estruendo, las orejas como antenas y los párpados que vuelven a caer lentos, hipnotizados. Suave vida la que me acompaña. Le estudio el cuerpo, memorizo los patrones de su pelaje, el blanco de sus pestañas. Por ahora la mañana es nuestra y la administramos así.
El cielo rompe en lluvia, las gotas cuelgan como guirnaldas sobre el cable negro, los charcos suenan exagerados.
La ducha como bautismo. Me limpio, me vacío, me dejo ir. Ya no te hablo, ya no te llamo, ya no busco invocarte. Las hormigas te llevaron lejos, espero el suelo te desarme y nutra la semilla de lo nuevo. Riego el piso con mis pies mojados, mi pelo llovizna sobre el parquet, brillo entera ante este nuevo sol que me seca y me da sabor.
La vida es nueva porque yo la abro en dos, el envoltorio de un regalo, lo rompo con las manos. Tanteo esta oportunidad, distinta a las demás, regida por otras leyes.
Las ruedas de un carrito de supermercado vacío siendo arrastrado por la vereda, una vecina que sale de su casa 05:39AM todos los días, las líneas de colectivos que nunca memorice.
Ya no quiero susurrar secretos en los oídos de nadie, quiero guardarme en un papel como un chicle viejo y pensar en todas las formas en que la soledad me abraza mejor que un falso adulador.
Tengo tantas palabras guardadas en el cuerpo, a veces brotan como un manantial violento, emociones que me mojan entera y solo puedo volcarlas en lo que tenga a mano. Ya no me queda papel, algo de tinta tal vez pero las palabras nunca tienen fin, siempre hay algo más. En la palabra me entrego.
Yo soy nueva y me conozco todos los días, me sorprendo en las cosas que me emocionan, en las cosas que ya no me abruman. Ya no corro a tu encuentro, ya no sé cuanto fumas, ni si tomaste agua. No como harinas y rara vez consumo carne, tampoco fumo pero cada tanto me sorprendo con una copa en la mano. Ahora los años me pesan distinto, como un bebé balanceado en la cadera lo bailo de acá para allá. Ahora tengo el pelo largo, las costillas marcadas, las piernas cansadas de tantas idas y vueltas, algunas cicatrices nuevas y una rodilla que grita muda los días de mucha tormenta. Mis amistades eléctricas me cargan y me mueven, me consuelan y me quieren. Las oportunidades cuelgan adelante mío como manzanas pero yo me tomo mi tiempo, lleno mi canasta con intención. Ahora danzo con mi sombra, me rio sola, lloro de emoción ante las buenas noticias. Ya no me hago embrollos, la adultez no me parece tan complicada, a veces tengo miedo pero estoy amigada. Y aunque mucho lo niegue, cada tanto dejo que la perra se suba a la cama. Me siento verde fluorescente, a veces azul, a veces naranja. Te siento lejano, borroso, a veces ficticio pero mantengo el impulso de escribirte, de pedirte que te cuides, que dejes de fumar tanto.
Lo que yo no entiendo es la lluvia y como cae de a chorros continuos, sin parar. Un 1% a las ocho, dejo que se me apague el celular, procedo con una mañana anónima.
Todas las noches me voy a dormir sonriendo y le repito “te amo” al aire, no sé precisamente a quien o a que pero el amor se me escapa como el vapor de una olla a presión.
18 de marzo, 2025 — Martes
La vecina llora, la perra ronca, yo anoto. Solo me entiendo cuando escribo, solo te entiendo cuando te alejo. Ya no te busco porque me rompe el corazón, ya no se me cae el pelo, ya tengo tarjeta de débito, ya frizé el pan, ya archivé tu chat.
El sonido de mis dedos rozándose entre si me hacen concentrar, me afinan a lo que quiero expresar. El sonido de tus dedos rozándome desconectan, no sé que pensar.
El otoño me deshoja, solo espero el invierno fortalezca mis raíces, ¿cómo estimulo el enraizado?
Cuando subo un bidón de seis litros por las escaleras pienso en que tipo de bebé pesaría lo mismo. A veces pienso que ese bebé soy yo y practico como cargarme.
Mi amor tiene forma de casa. Mi amor es el calor de hogar, el cuerpo relajado, el silencio cómodo, el olor familiar, el piso donde andar descalza. Mi amor se sostiene solo, esta lleno de luz, tiene las puertas abiertas. Mi amor es una cortina inflada por el viento, la cama un domingo, el suspiro de un perro, el espacio donde habito.
¿A quien le escribo? Pocas veces mis palabras son concretas, fideos blandos que se pegan a la olla. La escritura es lo único que me queda, lo único que me une. Todos los días me siento adelante de estas letras, las combino, busco algo traspasar algo invisible, como esa calle que no existe y divide el centro a la mitad, un portal secreto. Yo acá, vos allá.
Escucho mis pensamientos como quien entretiene las incoherencias de un niño.
Todo es un ejercicio de profundidad. Cada vez más abstracta, el pecho lleno de aire y agujeros, se me escapa la vida por todos lados. Gentil y lenta, lo poblo todo de corazonadas, redondeo el cambio.
Los hombres de la construcción se gritan para comunicarse a través del ruido y a veces me parece escuchar declaraciones de amor.
Paseo por la casa en puntas de pie, estiro el tiempo porque es mío y lo puedo manipular, los días se me pasan torcidos mientras lleno el piso de migas. Me entrego al calor como la manteca sobre esta tostada que me quema los dedos. Todo me ensancha, me ahonda. Apretada en esta esquina busco algo escondido en el silencio. No sirvo para esperar, me entrego a lo que me rectifica, ya no sé ni que es lo que deseo, ¿a donde voy a buscar lo que todavía no tuve?
Es mi sensibilidad la que me va a salvar, la que me va a sacar de cualquier aprieto. Tal vez mi único talento, ser sensible. Me calibro todos los días, me afino a la nota mas receptiva y me abro a todo lo que hay por observar. Así elijo vivir la vida, mi patrimonio universal.
Observo sin apego, un festín para ojos curiosos. Salgo a caminar para mantener la mente sana y los pies inquietos.
19 de marzo, 2025 — Miércoles
Hola, no te conozco pero ya te quiero. Practico mirar a los ojos, andar con una sonrisa, halagar extraños. Gestos de amabilidad me unen a los que me rodean. No existen malas interacciones, solo malas predisposiciones.
Me caigo y me desarmo en una esquina. El ego aboyado, herida pero no rendida.
20 de marzo, 2025 — Jueves
De caza por el centro, en territorio ajeno, nada me pertenece, no sé si alguna vez fue mío. Córdoba hasta el fondo me revuelve la vida, un recorrido de lo que fue. Armo poemas con la calle, como lo hacia antes. La mitad de la luna en el reflejo de un edificio, observar para curar. Te busco para no encontrarte, te miro para evitarte. Ya no basto.
22 de marzo, 2025 — Sábado
Hay algo milagroso en la edición, atestiguar el paso de los días, me veo cambiar en el registro. Lo que ayer se sentía imposible, hoy ya se siente superado. Un camino de migajas para recordarme donde empecé pero no me importa si las hormigas se lo llevan, ya no quiero volver. Me desenredo en la linea de tiempo, un corte a la vez le doy ritmo a lo que ya no me duele. Que suerte el tiempo, trabajarlo, hacerlo valer. Que suerte el tiempo, jugo vital que se me escurre.
Salgo de un lugar y disparo para la dirección contraria de mi casa, me alejo, me pierdo, me disperso en las calles. Caminar sin rumbo, hacer pan a las cuatro de la mañana, bailar en silencio.
25 de marzo, 2025 — Martes
Desubicada en este estado elástico, perdida en lo superficial. Extrañándote porque no tengo otra cosa para hacer.
— ¿Qué giro te gustaría?
— El que me permita volcar todo el amor que tengo adentro, lo siento como un fermento a punto de explotar.
Sola con tanto para dar. No toco la realidad, la ignoro, no me pertenece. Vivo aparte, nada me traspasa y me da miedo la perdida de sensibilidad.
Se me va el día llorando pero me lo permito, hace mucho no cedo ante mis propias emociones. Me dejo derrumbar, veo que se suelta en el camino. Ya no quiero esto, se parece mucho a lo que deje atrás.
26 de marzo, 2025 — Miércoles
¿Cómo se construye una nueva forma de vivir? Actuando diferente.
Engripada y angustiada, la cara pelada de tanto moco y tanto llanto pero el dolor me fortalece, me educa. Me enfrento a mi propia soledad. La hago mi amiga, la porto con orgullo aunque a veces me cueste mirarla a los ojos. No me escapo para ningún lado, no me escondo en nadie, le hago frente.
No hay espacio en mi vida para tu presencia, no te quiero ni de fantasma.
El curso, el alquiler, el carnet de la biblioteca, la rutina, el empleo, el destino y los sueños cumplidos. Un libro, el éxito, el pelo largo y un muchacho haciéndome masajes en los pies.
¿Para que hago esto? De repente algo se corrió, un desfase en el punto de apoyo.
A la una de la mañana lloro en un audio. A las dos de la mañana hablo por teléfono. A las tres de la mañana miro una película sin prestar atención. A las cuatro de la mañana escribo una carta. A las cinco de la mañana me lavo el pelo en la bacha de la cocina.
“Sos una artista con delirios de muchacha”
27 de marzo, 2025 — Jueves
Si hay dolor es porque importó. Todo lo que me rompe el corazón también despeja mi visión.
Dejar de preguntarme “¿por que no me pasa tal cosa?” como si fuera cuestión de voluntad, de merecimiento.
Si no es un si, es un no y yo no estoy para ambivalencias. Las cosas no me convencen y estoy cansada de darlas vuelta como una remera sucia que pretendo seguir usando. No me quiero aferrar por miedo a no encontrar algo mejor, un desperdicio. ¿Por que no me permito ver todo lo valioso en lo que ya hay? ¿Por que no me permito avanzar hacia una vida que me encuadre mejor? Todos estos nuevos valores, estas nuevas formas de ser no me entran en lo que era. Me abandono y no me lo puedo perdonar. Solo me entrego de maneras cripticas.
Me resulta muy atractiva la gente que camina despacio.
Pierdo la cabeza y ya no sé lo que escribo. Coqueteo con mis ideas. Preguntas de cuarenta minutos. Le hago el amor a mi potencial y el orgasmo me deja ciega. Todo vuelve a estar conectado y que bien se siente estar viva. La inspiración en letras, el rencor en poesía.
28 de marzo, 2025 — Viernes
Muchacho querido, la distancia entre nosotros es tan abismal que solo veo la versión difusa que quedó conmigo, un fantasma que intento exorcizar todo el tiempo. Entiendo cada parte de tus decisiones. Entiendo de lo que te escapaste y entiendo porque corriste directo a lo más parecido que pudiste encontrar. Entiendo lo difícil de sumergirse en la oscuridad de uno mismo, es labor para valientes, para ermitaños. Entiendo ahora sos uno nuevo, uno que desconozco. A veces duelarte es como lamentar una muerte, una persona que amé y simplemente dejó de existir. Con tu fantasma me peleo todo el tiempo, es un chicle pegajoso en mi mente que estoy cansada de masticar y ya me duelen los dientes de tanto bruxarte, tal vez escribirte es mi forma de escupirte. A veces me angustio, a veces me enojo, a veces simplemente me rio pero sobre todo entiendo. Todos los espacios vacíos que dejaste en mi están empezando a crecer como el césped bajo mis pies, yo también soy otra. Navegando el dolor pude acceder a esta nueva dimensión de mi, a lo feroz de mis deseos, lo cálido de mi soledad, lo gentil de mi destino. Espero algún día poder envolver tu fantasma en un papel, quizás dejarlo pegado en el banco de esta plaza que nunca conociste. Espero tus decisiones te lleven a buen puerto pero principalmente espero que no te escapes de vos mismo, todavía creo en tu coraje. Niño, ojalá te vaya bien.
29 de marzo, 2025 — Sábado
Lo prendiste vos. Una llamarada y después tranquilidad. A mi me costó estabilizar la intensidad pero nunca me consumí de todo. El hilo me abrazaba pero lo quemé tranquila, a mi ritmo, llena de gracia. Eventualmente lo dejé ir todo mientras vos volvías a prender las mismas cenizas que dejabas caer. Te desparramaste entero en un enchastre negro y fálico que me rodeo pero nunca me tocó. Me apagué primero, constante hasta el final, un redondel de vacío alrededor de mi. Vos seguís prendido.
— ¿Qué esperabas que suceda?
31 de marzo, 2025 — Lunes
Soy adicta al vacío que se genera en mi cuerpo cada vez que escribo algo que logra sostener toda mi tristeza, mi miedo, mi enojo. Desalojar emociones, darles un lugar donde se sientan honradas pero alejadas, separadas de una.
Formulo mi propia historia, una donde soy artista y colecciono señales, una donde marco el ritmo de la pista. Suave y curiosa. Mi energía puesta en descifrar este misterio químico, la vida misma desenvuelta ante mi. Un foco suave, un enfoque lento. El lenguaje como medio de contemplación.
A veces yo soy la vecina que llora.
Que poderoso escribir y que poderoso leerse. Uso mi diario como una guía, me recuerda la verdad de esos momentos que tiendo a idealizar. Enamorada del tratado que hice conmigo misma, el único que estoy dispuesta a respetar. Suelto todo lo demás, papeles en la calle, tirados y anónimos, poco importantes como estos sentimientos que me quedan por vos.
Agradecida por estos ojos que me reciben con tanta gentileza, agradecida por las palabras de aliento que me llegan como susurros suaves, agradecida por este mutuo acompañamiento, te mando un abrazo fuerte mi amigo digital.
esperaba el domingo para poder leerte jose, siempre es un placer, conecto mucho con el momento que estás transitando gracias por compartirlo ❤️🩹
gracias por escribir jose 🩷